Columna de Opinión | El futuro de las artes y las humanidades es hoy
El problema de las Artes, las Humanidades y las Ciencias Sociales no puede reducirse a un tema de indicadores, buscando diferenciarse, por ejemplo, de las Ciencias Naturales por su grado de aceptabilidad en el sistema de registro y cuantificación científico. Enfocar el problema desde esta matriz utilitaria nos lleva por un camino de discusiones acerca de la aceptabilidad que un sistema de evaluación contingente tiene sobre un quehacer científico que incluso lo antecede.
Antes, bien me parece que la radicalidad de la cuestión estriba en dejar asentado que no es posible aceptar una concepción de la educación sin incluir estos ámbitos como parte fundamental de la formación de una persona. Quizás uno de los principales problemas a los que asistimos en la actualidad es justamente la hegemonía de una educación tecnificada y fragmentaria, veloz y circunstancial. No olvidemos la polémica de hace unos años atrás cuando se intentó eliminar a la filosofía como materia fundamental de la agenda educativa. ¿Qué tipo de persona queremos construir para la sociedad? Esta es la pregunta que debemos responder.
Los humanos no somos sólo homo laborans y homo faber, por más relevante que sea la producción y construcción de objetos materiales. Los humanos somos también seres políticos. Habitamos y construimos lo común. Tal como señala Hannah Arendt, “la esfera política surge de actuar juntos, de compartir palabras y actos”. La reflexión sobre esta condición humana es parte esencial de nuestra sobrevivencia como especie, no es un mero divertimento intelectual.
Junto con la creación de máquinas se encuentra la reflexión acerca de la ética sobre su uso. Cuando en los años ’40 se lanzó la primera bomba nuclear, inicialmente propiciada por Albert Einstein y empujada frenéticamente por la política partisana de la guerra y los intereses económicos, la reflexión posterior fue durísima acerca del error cometido por el quehacer científico al hacer posible la destrucción potencial de toda clase de vida en la tierra. Aún hoy sufrimos esta decisión.
Para la reproducción de la vida humana son fundamentales las preguntas sobre la sociedad y su destino, sobre los grandes misterios de la vida y la muerte, sobre la libertad y la esclavitud, sobre los límites de la existencia humana, por ejemplo, presente en la obra de Primo Levi. Sobre la destrucción expresada en el Guernica. Sobre la tecnificación computarizada y la sociedad plástica que escuchamos en “Ok Computer”. Sobre la violencia y su puesta en escena, notablemente expresada en “Pulp Fiction”. Sobre la tragedia del despojo presente en la poesía de Elicura Chihuailaf.
Más allá de toda contingencia, las Humanidades, las Ciencias Sociales y las Artes sobreviven a cualquier régimen político. Subsisten en la clandestinidad y en los intersticios de las dictaduras más cruentas. Resisten a la prepotencia pasajera de los agentes políticos. Lo hacen pues en estos campos se piensa y crea aquello que mucho antes que existiera, inclusive la universidad y el sistema científico, el ser humano se esmeraba en comprender y en poner en paredes de roca, escribir en papiros encontrados y representar en incontables hojas que el tiempo ha revelado.
Fuente: Radio Cooperativa