“La Universidad de La Frontera me dio un espacio para crecer”.
Alonso Azócar Avendaño perteneció más de 20 años a la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades. Fue académico, dirigente y Vicedecano. Hace sólo unos días dijo adiós a la Universidad de La Frontera, tras acogerse a jubilación. Nació en Chiloé. En el año 1970 ingresó a la Universidad de Chile para estudiar Educación Básica con Mención en Ciencias Sociales en Temuco. El año 73´fue detenido en dictadura junto a su esposa. Detención que perduró por 3 años. Fue exiliado y vivió 7 años en Suecia donde se desarrolló como fotógrafo. Participante activo de comités como la Resistencia Chilena y la Svante Grände, donde denunciaba las atrocidades de la dictadura del cual fue víctima. En Suecia realizó varios trabajos. Tiempo después llegó a Ecuador junto a su familia donde se desempeñó en el área de comunicaciones de una ONG sueca que prestaba servicios a países latinoamericanos.
Una vez declarado el fin al exilio, se dispuso a volver junto a su esposa e hijas Cristina y Javiera a su país de origen, regresando en junio de 1989 para quedarse hasta el día de hoy. En 1990 se reintegró a la ex sede de la Universidad de Chile, ahora la Universidad de La Frontera. Aquí se incorporó a la carrera de Historia y Geografía, recibiendo el título de profesor de Estado en el año 1993.
Luego de su llegada, se encargó de la Oficina de Audiovisuales de la Facultad de Educación, Ciencias Sociales y Humanidades, donde colaboró con las distintas actividades académicas. Ese año se creó la carrera de Periodismo y comenzó a realizar clases de fotografía. Cursó un Magíster en Comunicación. Años después un Doctorado en Procesos Sociales y Políticos en América Latina.
Se desarrolló como investigador en el área fotográfica en el periodo de la Ocupación de La Araucanía junto al profesor del Departamento en Ciencias Sociales y Académico de la carrera de Pedagogía en Historia, Geografía y Educación Cívica, Jaime Flores. Publicando algunos libros de fotografía, uno de los más conocidos, “Rukakura y los hombres del cochayuyo”.
Profesor Azócar ¿Qué significó volver a la UFRO para Ud?
Nunca pensamos volver a Temuco porque lo pasamos muy mal, cuando volvimos nos fuimos a Chiloé. Sin embargo cuando el gobierno de Aylwin da la posibilidad de volver a terminar los estudios, decidimos volver pensando en el futuro de nuestras hijas. Volvimos con temor porque conocíamos a los sectores reaccionarios, que no han cambiado mucho hasta el día de hoy.
Una pregunta que siempre me hacían era ¿Qué te viniste a hacer a Chile? No se podía entender que quisiera volver y más aún, vivir en las condiciones que vivimos los primeros años, para mí eso era extraño, pero hay que vivir el exilio para entender la necesidad de volver a su país. Una cosa es irte por voluntad y la otra es irte porque te expulsan de tu tierra. Entonces cuando vive en el exilio, todo lo que te recuerda a tu país te parece más superlativo.
¿Cómo se desarrolló su vida académica y funcionaria en la Universidad?
Me integré rápido, los años que no viví acá me hicieron contestatario, discutía en las reuniones de departamento en el año 94 y me parecía raro que profesores titulares de planta se quedaran callados frente a un montón de cosas que a mí me parecían inaceptable. La Universidad también vivió la dictadura, no hubo vida democrática. Mi actitud hizo que de apoco me fuera integrando en la política universitaria, me integré en la Asociación Gremial de Académicos (AGA).
Cuando volví a Chile no tenía producción académica, ya tenía 40 años y se exigía que uno fuera productivo académicamente. Ahí hicimos una sociedad académica con el profesor Jaime Flores, con Gonzalo Leiva de la PUC y empezamos a investigar sobre la fotografía en un periodo histórico que fue la ocupación de La Araucanía. Hubo un aporte de mi parte en esta área en base a los modelos de análisis fotográfico que permitan usar esto con rigor, usar como fuente a la fotografía en ciencias sociales.
¿Cuál es la huella del Profesor Alonso Azócar?
Se acuerdan de mí por la horizontalidad. Aún se dan las relaciones en las cuales el profesor se sitúa mucho más arriba que los estudiantes y desde allí controla. Desde el primer día yo construí una relación de mucha confianza donde el respeto se gana por el conocimiento que se maneja por el área donde trabaja. En general es gratificante para un profesor que se generen relaciones más allá de lo estrictamente académico. Yo me identifico como chilote y mirista, muchos de los valores que tengo son resultados de mi formación política al interior del MIR. A veces me encuentro con compañeros y vivo nuevamente eso, la forma de ver las cosas, de ver el mundo.
¿Qué va a hacer ahora que se jubila?
Me levantaré un poco más tarde. Tengo un campo así que me preocuparé de cortar el pasto, ver las gallinas, arreglar un poco. Pienso dejar algunas horas al día para el trabajo intelectual, sentarme a escribir en una clave más suelta, algo más de crónica. Quiero viajar por Chile, visitar Chiloé; estar cerca de mis nietos, salir más con mi mujer, visitar a mis amigos, fotografiar las aves. Disfrutar del mar, vivir las cosas que hacía cuando niño, tener más tiempo para desarrollar actividad política; pienso apoyar el trabajo del Frente Amplio.
¿Cuál es mensaje que le deja a la Comunidad Universitaria?
A los jóvenes, les diría que no deben descuidar sus estudios. Deben avanzar en las materias necesarias para formarse como un buen profesional. Antes, para ser dirigente estudiantil había que ser de los mejores, académicamente hablando, en nuestra Universidad falta eso. A los estudiantes les digo que vengan a estudiar, a vivir, a gozar, a hacer política y que quienes decidan ser dirigentes sean mejores. Yo creo que son los jóvenes quienes van a cambiar el mundo y el país. Las
Yo creo que tenemos una buena Universidad, pero también falta más compromiso con la región. La Ufro tiene mucho que aportar a esta situación de conflicto que se da entre el mundo mapuche y la sociedad global. Debemos pensar mucho más la región para que se tomen buenas decisiones. La Vinculación con el Medio se debe pensar con todos los actores de la sociedad, a nosotros nos corresponde pensar La Araucanía.
Finalmente puedo decir que La universidad de La Frontera me dio un espacio para crecer. Yo pude decir y hacer lo que me parecía más conveniente. No fue solo un lugar de trabajo, sino que fue un espacio para crecer como persona. Se me dio libertad y la oportunidad para desarrollarme académicamente.