Columna | La otra primera línea: Profesores y Profesoras en el tele-trabajo
Guillermo Williamson Castro
Doctor en Educación y Académico de la FECSH-UFRO
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LA OTRA PRIMERA LÍNEA: PROFESORES Y PROFESORAS EN EL TELETRABAJO.
Hemos escuchado en estos días de inicio de año, las nefastas opiniones del Ministro de Economía del actual gobierno, Sr. Lucas Palacios y del vocero del Partido Unión Demócrata Independiente-UDI Senador Iván Moreira, que –ante la negativa de retornar a clases sin seguridad- desvalorizan el quehacer que los docentes han asumido en su desempeño durante la pandemia, señalando el primero que los profesores “buscan la manera de no trabajar” y que “muchos han estado de vacaciones todo el año” el segundo. Ante estas opiniones como formadores de profesores del Departamento de Educación de la Universidad de La Frontera y más allá de las justificaciones posteriores, no podemos sino rechazarlas con toda la fuerza posible y reivindicar con aún más fortaleza la labor docente en este complejo, difícil, inesperado y exigente tiempo de pandemia COVID19.
Por ello queremos re-compartir –con algunas mínimas actualizaciones- la columna “LA OTRA PRIMERA LÍNEA: PROFESORES Y PROFESORAS EN EL TELE-TRABAJO” publicada por el suscrito en el mes de junio de 2020 en el Periódico Digital Pagina19 (www.pagina19.cl).
“Profesora: estoy triste, mi abuelita falleció de corona virus en Santiago y no pudimos viajar a despedirla”, “quiero volver al colegio, quiero ver de nuevo a mis amigos y jugar con ellos”, “me canso en el computador profe”, whatsApp a las 21:00 hrs.: “profesora, perdone que la moleste, pero xxx no entendió bien la tarea ¿puede explicarme esta pregunta?”, niña haciendo la tarea en casa: se escucha “cabra tonta que no entendís” (la mamá), “profesora ¿será que mi hijo de IV Medio aprobará el año para dar la Prueba y entrar a la Universidad?”… “mamá (profesora) mi profesora me dio una tarea en la Guía que no cacho”, “¡Pepe! ve a los niños: estoy en clases”, “Chicos, ¿están ahí? Están todas las pantallas cerradas”, “no te burles así de la clase, hago lo mejor que puedo”… “los profes nos dan muchas lecturas y hacen muchas pruebas el mismo día”, “xxxx ¿está ahí?, le estoy preguntando y no me responde”, “perdonen pero aquí en el cruce de caminos la internet es muy precaria y se cae a cada rato, además está lloviendo.”
En algunos establecimientos han cambiado –a veces unilateralmente- los contratos a los profesores de presencial a on line por la misma cantidad de horas y el mismo horario de trabajo. No se pagan horas extras a quienes trabajan más horas de las convenidas. ¿Retornan los procesos que poco a poco se superaban?: preparar clases y corregir pruebas en fines de semana. Profesores hacen turnos en los colegios en medio de las restricciones, otros reparten materiales, alimentos u otras ayudas a los estudiantes. Los sobrecostos de internet, luz, teléfono, comprar un segundo computador para sus casas, lo han tenido que solventar personalmente. Muchos son exigidos a cumplir con todos los objetivos y contenidos de la priorización curricular del Ministerio de Educación (MINEDUC).
Es cierto, ha habido establecimientos respetuosos de los derechos laborales y condiciones de trabajo docente, entendiendo su doble jornada de trabajo (doméstica y laboral) como las condiciones de sus estudiantes, centrándose en lograr resultados de aprendizaje dejando a la flexibilidad y responsabilidad de los docentes la estrategia pedagógica para alcanzarlos. Han ofrecido apoyo tecnológico. No todos los(as) directores(as) han considerado que la teleeducación es sólo un cambio de escenario y metodología que pasa de un espacio escolar a uno doméstico para enseñar, como sea, todas las materias que indica el MINEDUC.
En este complejo contexto de teletrabajo con cierto carácter de teleexplotación (a lo que nos hemos referido en columnas anteriores de Página 19) los profesores y profesoras han asumido heroicamente su trabajo, dedicando sus tiempos personales y familiares a intentar montar esta modalidad, en poco tiempo, con enormes complejidades de diseños pedagógicos y didácticos, con un uso no habitual de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Han debido responder a problemas psicosociales y de salud mental de los estudiantes y sus familias, distribuir servicios del estado necesarios a la sobrevivencia de las familias de la comunidad, apoyar a colegas poco expertos en estas tecnologías. Trabajando mucho desde sus hogares pero también corriendo riesgos con presencia en turnos éticos o apoyando a los estudiantes para ejercer su derecho a la educación en este contexto anormal. Han tenido que aprender en esta modalidad de un día para otro, incluso aquellos(as) que no están de acuerdo con centrar en las tecnologías su pedagogía.
Mi homenaje a los profesores y profesoras que hoy son la primera línea de contención emocional y aprendizaje de los millones de niños, niñas, jóvenes y adultos que tenían en las escuelas y centros de educación una parte importante de su existencia, sentidos presentes de vida y esperanzas de su mejoramiento, goce en la convivencia y sociabilidad y de un día para otro, todos y todas, profesores(as) y estudiantes, tuvieron que encerrarse en sus hogares –muchas veces muy precarios- sin relaciones sociales de aprendizaje directas, asumir la formación de su propia familia y la de sus estudiantes día a día, con una sobrecarga de trabajo de enseñanza o aprendizaje imprevista. Han tenido que afrontar sistemas de control virtual de su quehacer que rayan en la pérdida total de la autonomía profesional docente. Es la realidad: no hubo y aún no hay otra opción que encerrarse y seguir los procesos formativos de otra manera, en este caso on line. Y la han asumido con toda e inmensa responsabilidad a pesar de los costos que les ha significado.
Pero eso no supone invisibilización de su enorme aporte a la contención de la crisis, a mantener con su esfuerzo y sacrificio personal, los procesos de formación de la población que tendrá que afrontar la post-pandemia y la grave situación social y económica que la caracterizará.
Ya el siglo pasado decía el socialista Freinet en sus cooperativas escolares de imprentas: las tecnologías condicionan los procesos de enseñanza y aprendizaje. Como organización práctica del conocimiento determinan las relaciones sociales de producción y estas la cultura e ideología: la decisión sobre una u otra tecnología es un acto de poder político. Los docentes enfrentan dramáticamente esta realidad en su cotidianeidad: horas frente a los computadores, preparando clases en espacios no apropiados, sin preparación previa, “subiéndose a la micro como pueden”, “arreglando la carga en el camino”. Fue una primera etapa de emergencia y los docentes respondieron bien a lo que la sociedad y estudiantes les demandaron. Incluso con los devaneos e inseguridades del Gobierno respecto de si se retornaría con seguridad a clases. Pero no más.
El tele-trabajo emergencial no debe convertirse en tele-explotación habitual. Al menos hasta fin de año viviremos en estado de régimen virtual, ya no es un tiempo emergencial y se debate su extensión hacia al menos el primer semestre del 2021 dependiendo de las vacunaciones. El capitalismo, se reorganiza con una enorme flexibilidad para mantener su objetivo central: reproducir, acrecentar y concentrar la acumulación, hoy de capitales financieros asociados a la producción de riqueza material extraída de la naturaleza, o intangible asociada a servicios, el conocimiento, la cultura e ideología, bajo formas legales o ilegales. Ya lo adelantó el poder a través del Alcalde de Las Condes Joaquín Lavín: el próximo gobierno será de transición a otro modelo, dentro del capitalismo, respecto del actual neoliberal. Habrá que ver como resulta la Nueva Constitución y la realidad histórica resultante de las próximas elecciones.
La educación en Chile es un importante sector de negocios y control cultural, por ello se debe estar atento a como el sistema se reorganiza y se reestructura para que la actual condición laboral de los profesores y profesoras, muchos de ellos con precariedad contractual o limitado desarrollo profesional, en el sistema estatal o en los privados, no retroceda en primer lugar en las conquistas logradas en las últimas décadas, resista organizacionalmente y se reorganice para que, en un nuevo contexto tecnológico o mixto con lo presencial, pueda avanzar en ejercicios de derechos, desarrollo y autonomía docente. Se viene un gran cambio: sólo la conciencia crítica, la preparación teórica y metodológica, un excelente desempeño profesional y la organización gremial y política, permitirá que no se instale el tele-trabajo como tele-explotación en algunas formas que hoy no imaginamos.
¡Y qué vivan los y las profes!